lunes, 19 de marzo de 2018

FORMAS ESFÉRICAS


Cuando las creencias se hacen tangibles, Dios puede estar en cualquier sitio, aunque tengo entendido que por estadística suele dejarse ver en las formas esféricas: en los huevos, en sus yemas; en la mirada globular de los ojos; en la redondez de algunas frutas; en los anillos de los árboles, en el viento circular que producen las aspas de los ventiladores... Los milagros, si se dan, son redondos, esféricos, sin aristas. Mirad el fútbol. Es una bendición maravillosa para la mayoría de los hombres. ¿A qué se debe? Está claro. Las apariciones divinas son un nimbo, un cerco, un halo que brilla candente. De hecho, ¿qué podríamos decir del Sol? Pues que es una estrella sin puntas, un prodigio de la naturaleza que nos ilumina y nos da calor, una maravilla que madruga cada día. Las alegrías humanas son pequeños milagros; rachas felices que pueden agrandar el estómago y lo hinchan como un globo. Mi barriga es un fenómeno abombado, palpable, rotundo; contiene el portento y toda mi gracia. Es mi segundo cerebro.

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