viernes, 16 de marzo de 2018

EL HOMBRE ALEJADO


El hombre que no sale de casa galopa en su butacón de orejas. Avanza como un aventurero por los caminos de la memoria y hace quilómetros por asfalto y senderas pedregosas, subiendo y bajando pendientes y respirando un aire casi olvidado. Acaba sediento y cansado; este tipo de viajes agota a cualquiera que le guste el devaneo. Decide abandonar su butaca por un momento para ir a la cocina. Se prepara un bocata de fiambre y coge una cerveza bien fría de la nevera; luego vuelve a su sillón, se acomoda de nuevo y enciende la tele con el mando a distancia. Va cambiando de canales y deja el de las noticias. Van cargadas de historias tremendas, variadas; de robos, explosiones, catástrofes atmosféricas, primicias políticas, atentados terroristas; una macedonia de historias que sobrecogen el alma, pero a este jinete de los recuerdos no le seduce ninguna. La única que le fascina está contenida en el infierno de los ojos de la presentadora.

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