No sé por qué extraordinaria razón conseguía que todos callaran cuando
exigía silencio. Así que, vista mi asombrosa capacidad, lo reclamaba siempre
que me encontraba en algún ambiente de griterío o escandalera. Lo había
conseguido en lugares concurridos como el metro, el mercado, los centros
comerciales, los bares y algunas salas de espera. Pero mi mayor logro fue en un
campo de fútbol, concretamente en el Mestalla, durante un partido de liga que
enfrentaba al Valencia con el Barça. El campo enmudeció de repente cuando, como
otras veces, requerí, severamente, SI-LEN-CIO. Cincuenta mil personas
respetaron mi voluntad, y, por una influencia divina que aún no logro entender,
cesaron los gritos, los pitos, los insultos, las disputas. Y solo quedó una paz
admirable, sepulcral. El mejor
espectáculo del mundo.
sábado, 31 de marzo de 2018
jueves, 29 de marzo de 2018
ANOCHECIDO
Cuento con un desespero con el que dialogo cada día, y he llegado a la
conclusión de que soy un conjunto de manías. Algunas son inestables y
cambiantes, y otras tienen una estructura fija, como una raíz que ha estado ahí
perenne, toda la vida. Soy un hombre impresionable al que le afectan las cosas,
desde los colores chillones a los aromas que liberan los armarios. Asumo mi
decadencia progresivamente, aunque, sin saber cómo, he cerrado la puerta al
afecto humano. Prefiero refugiarme en el silencio de mi cuarto para no
preocuparme del futuro, para no saber si es de día o de noche. Estoy en continua
penumbra, sumido en una agradable ceguera que me permite conectar conmigo
mismo.
miércoles, 28 de marzo de 2018
SECUENCIA FELIZ
Solo existen los paisajes perfectos en nuestra mente, y, por desgracia,
en ellos no se puede habitar porque estaríamos en un constante estado de atontamiento.
Mi amigo sí que puede. Sueña con los ojos abiertos en cualquier sitio; está en
su mundo y no responde cuando le hablas. Lo imagino en su simplicidad; tumbado
en una pradera bañada de luz, observando el cielo y descubriendo en las nubes
otra idílica pradera donde otro tipo como él está echado en la hierba y
contempla asombrado la blancura de las nubes; así todo el rato, centrifugándose
continuamente en ese bucle de felicidad.
sábado, 24 de marzo de 2018
MALA RACHA
La ropa es la que encierra mi desnudez cada día; un cuerpo exento de
belleza que gana en presencia con ese disfraz que cada mañana elegimos ante el
armario. He perdido el trabajo. Ya no salgo de casa. En verano voy desnudo o en
gayumbos y en invierno en un pijama de franela. Alguna vez me visto elegante,
de los pies a la cabeza, y ceno conmigo mismo delante del espejo. Pido una
pizza familiar y unos refrescos; nos la comemos ansiosos, salvajemente, eructando,
con la esperanza de que la efervescencia de la Coca-cola saque al monstruo que
llevo dentro.
viernes, 23 de marzo de 2018
VIDAS PARALELAS
La nevera y yo hemos llegado a la vejez al mismo tiempo. Ella tiene sus
achaques, su luz interior está fundida y su corazón bombea haciendo un ruido desagradable,
como el motor destartalado de una barca de pesca. Tiene lesiones internas,
fracturas en las baldas y no hiela como antes. Es culpa mía. No la lleno. Paso
la mayor parte del día en casa de mi hija. Me obliga. No me deja hacer lo que hacía,
y cuando por la noche llego a mi casa para dormir–eso es innegociable–, mi
nevera agoniza. No le pueden quedar muchos días.
miércoles, 21 de marzo de 2018
BESTIAS DE CUATRO PATAS
La silla es un animal que todos tenemos amaestrado en nuestras casas.
Son silenciosas cuando se las ignora y chirriantes cuando se las arrastra sin
cuidado. Las sillas deben ser masculinas; al menos las buenas, las resistentes.
Es preciso que lo sean, que no os confundan con la apariencia frágil de
algunas, sobre todo las que se reúnen en manada en las carpas de quita y pon de
los pueblos. Los trabajadores del ayuntamiento, para que no ocupen espacio, hacen
torres con ellas apilándolas una encima de otra. ¡Y cuidado con eso, pertenecen
a una raza que nunca ha sido domesticada! Son temibles cuando se las agrupa, tienden
al zarandeo, y, aunque no sople el viento, si rondamos cerca, no dudan
en abalanzarse como fieras.
martes, 20 de marzo de 2018
SOBRE LA MAÑA Y LA GENIALIDAD
He de confesaros algo. He conocido a individuos mañosos, farsantes sin
talento capaces de desarrollar su ingenio con el fin de conectar con las
tendencias estéticas. Los considero astutos. Sin embargo, cualquiera con algo
de olfato puede descubrir en su discurso la falta de oficio. Aprovechan la
oportunidad que les brinda el entorno para generar tretas y efectos que
obnubilan a los que tienen dinero, ya que conciben el negocio como la manera
más imaginativa para acceder al mejor arte. Y yo, que todavía soy un romántico
en estos temas, pienso que la genialidad es un capricho que se alberga en el
talento de los más humildes, en los que no buscan nada, en aquellos que, a
pesar de que todo lo extraordinario les corre por las venas, han sido y son, de
alguna manera, maltratados por la vida.
lunes, 19 de marzo de 2018
FORMAS ESFÉRICAS
Cuando las creencias se hacen tangibles, Dios puede estar en cualquier
sitio, aunque tengo entendido que por estadística suele dejarse ver en las
formas esféricas: en los huevos, en sus yemas; en la mirada globular de los
ojos; en la redondez de algunas frutas; en los anillos de los árboles, en el
viento circular que producen las aspas de los ventiladores... Los milagros, si
se dan, son redondos, esféricos, sin aristas. Mirad el fútbol. Es una bendición
maravillosa para la mayoría de los hombres. ¿A qué se debe? Está claro. Las
apariciones divinas son un nimbo, un cerco, un halo que brilla candente. De
hecho, ¿qué podríamos decir del Sol? Pues que es una estrella sin puntas, un
prodigio de la naturaleza que nos ilumina y nos da calor, una maravilla que madruga
cada día. Las alegrías humanas son pequeños milagros; rachas felices que pueden
agrandar el estómago y lo hinchan como un globo. Mi barriga es un fenómeno abombado,
palpable, rotundo; contiene el portento y toda mi gracia. Es mi segundo cerebro.
viernes, 16 de marzo de 2018
EL HOMBRE ALEJADO
El hombre que no sale de casa galopa en su butacón de orejas. Avanza
como un aventurero por los caminos de la memoria y hace quilómetros por asfalto
y senderas pedregosas, subiendo y bajando pendientes y respirando un aire casi
olvidado. Acaba sediento y cansado; este tipo de viajes agota a cualquiera que le
guste el devaneo. Decide abandonar su butaca por un momento para ir a la
cocina. Se prepara un bocata de fiambre y coge una cerveza bien fría de la
nevera; luego vuelve a su sillón, se acomoda de nuevo y enciende la tele con el
mando a distancia. Va cambiando de canales y deja el de las noticias. Van cargadas
de historias tremendas, variadas; de robos, explosiones, catástrofes
atmosféricas, primicias políticas, atentados terroristas; una macedonia de
historias que sobrecogen el alma, pero a este jinete de los recuerdos no le
seduce ninguna. La única que le fascina está contenida en el infierno de los
ojos de la presentadora.
OTRA VIDA
Cuando su situación se vio abocada a recorrer la ciudad como nunca lo
había hecho antes, visitó todo aquello que podía visitarse, tanto de día como
de noche. Descubrió otras perspectivas del espacio urbano, de su realidad, y
pudo comprobar que todo estaba diseñado para que fuera una mierda. Menos las
iglesias. En estos templos podía estar largo tiempo e imaginar que llegaba a su
casa después del trabajo; se daba una reconfortante ducha con agua caliente y
cenaba copiosamente junto a su mujer y su pequeña; luego veía un rato la tele
y, sin verdaderas preocupaciones porque la vida le era satisfactoria y plena,
se acostaba plácidamente en su mullida cama.
miércoles, 14 de marzo de 2018
LA ANTORCHITA INSECTÍVORA
He perdido mi casa por hacer sufrir a una asquerosa cucaracha. La quemé.
Sin embargo pudo escapar y, prendida en llamas, acabó en la parte baja de las
cortinas. Así empezó todo. Al verla patas arriba pensé que le había dado
muerte, pero, sin explicármelo, se recompuso y correteó por la casa como una
antorchita insectívora. Son duras, escurridizas, vengativas… Cuando la encontré,
estaba sobre la colcha de mi cama, revolcándose como un perrito que muestra su
alegría. Vinieron los bomberos y la policía científica. Me hicieron muchas
preguntas, y tuve que explicarles cómo sobreviví a esta insólita acción
pirómana.
jueves, 8 de marzo de 2018
INSINUACIÓN
En una cafetería en la que todos son desconocidos, me siento en una
mesa y observo a alguien hasta que se dé cuenta que lo estoy mirando. Siempre
elijo a hombres. Al acecharlos con la mirada, ellos apartan la vista enseguida.
Se sienten incómodos. Al principio piensan que es un cruce de miradas y ya
está. Pero luego, cuando comprueban que persisto en mi fijación, noto como se
inquietan. Levantan levemente el trasero de su asiento y bajan la mirada; toman
un sorbo del café o de lo que estén bebiendo; cogen una servilleta del
servilletero, se limpian los morros o estornudan en ella; algunos van al baño y
otros miran a todas partes como si tuvieran un tic nervioso, y, al final, cuando
se calman, con disimulo –en eso todos coinciden– me miran de soslayo,
pensativos. «¿Qué quiere?», deben preguntarse. Yo sigo con la mirada clavada a
sus ojos azules, verdes, marrones…, sin pestañear, apoyando mi espalda en el
respaldo de la silla y acentuando aún más mi atención hacia ellos. La situación
se tensa. Se sienten invadidos, porque desde mi sitio, a unos escasos metros, les
araño la intimidad. Noto su fragilidad, el bajón
emocional que los descoloca, y eso me encanta, se les ve tan vulnerables…, tan
monos... Es entonces cuando decido poner fin a su angustia. Beso la punta de mis
dedos, los de mi mano derecha, y, con toda la intención del mundo, dirijo mi
palma hacia ellos, soplando mis yemas de la forma más lasciva.
martes, 6 de marzo de 2018
INCONTINENCIA CONTAGIOSA
La risa, en ocasiones, surge de zonas ignotas del cerebro y se convierte
en un reír tan tonto y absurdo que parece que estés ido y no tengas control
sobre ti mismo. Eso mismo le sucedió a un futbolista antes de dar inicio un
partido. Estaba sobre el terreno de juego, alineado junto a sus compañeros, escuchando
el himno nacional con su mano derecha apoyada sobre el pecho. Un pensamiento inadecuado
se proyectó en su mente y, justo en ese momento solemne y respetuoso, fue
captado por las cámaras de televisión sin poder retener lo que le nacía de dentro.
sábado, 3 de marzo de 2018
COGOTES IMAGINARIOS
El techo en blanco de mi casa es la libreta en la que escribo con la
mente. Siempre tumbado sobre la cama, con el pijama puesto y duchado, impoluto.
Es básico para poder imaginar historias creíbles que tengan ingenio, ya que hacerlo
empapado en sudor, con el sobaco alegre y vestido con ropa de deporte, no me lleva
a nada interesante que merezca ser leído; un tufo apestoso se pega en las
palabras.
Desde hace unos días, para darme un respiro con la escritura, estoy
metido en otro proyecto; uno de pintura. Y, como os digo, en ese lienzo del
techo –igual que en la blancura de las nubes– tengo la capacidad de vislumbrar
ideas, pensamientos, intenciones artísticas. Mi propósito es meterme de lleno
en el dibujo de nucas; en retratar a gente de espaldas. Que no os quepa la
menor duda que, cuando me ponga, lo haré aseado, pulcro, con la cara bien lavada
y, si el tiempo acompaña, tendido desnudo en la cama. Quiero estar a la greña,
crear una nueva moda artística, y estoy convencido de que mi excelso catálogo
de nucas podrá conmover al público más exigente. La gente está asqueada con los
gestos faciales, sobre todo con las expresiones hiperrealistas que se pintan al
detalle, como la alegría, la tristeza, el enfado, la sorpresa, el miedo y el desprecio.
Producen tal repeluzno y migraña… No podemos creernos nada de los rostros humanos.
Es mejor que la belleza se insinúe a través de los pescuezos y el cabello que
los cubre. Si puede ser, por favor os lo pido, no digáis nada sobre mi proyecto;
solo es una idea que me ronda y que espero pueda materializarse en una exposición
que titularía «Cogotes imaginarios».
jueves, 1 de marzo de 2018
MORFOLOGÍA FACIAL
–¿Cómo es la cara de un hombre malo?
–Pues como la tuya… En tu rostro está encarnada la maldad, la crueldad,
la agresividad. La angulosidad de tu mandíbula así lo evidencia. Tu violencia
está presente en el arco de tus frondosas cejas, en la rotundidad de tu glabela
y en el abrir y cerrar frenético de las ventanillas de tu nariz aguileña. La
tensión de tu tez amarillenta, las pronunciadas patas de gallo y esos pómulos
hundidos proyectan lo insalubre, el conflicto, la mala vida. La bondad puede
alimentarse de carne humana, pero no de la tuya; has envejecido de un día para
otro y en tu respiración se perciben los estertores de la infamia. Y, de
acuerdo, todos podemos ser hombres malos si analizamos la morfología del rostro
que nos viene dado genéticamente, pero es que en ti la vileza y la perversidad
se perciben tan evidentes… La malicia aflora en la profundidad oscura de tus ojos
de hurraca, y esa mirada que tienes, uff, es tan turbia y engañosa que en ella
puede que se oculte el diablo.
–Ah, vale, de acuerdo…
Suscribirse a:
Entradas (Atom)