sábado, 20 de enero de 2018

HACERSE EL TERROR

Hay parejas que se hacen el terror todos los días. Se temen con locura y el miedo les llena de satisfacción. Algunas acaban como el rosario de la aurora, pues su desatino es tan malvado que infecta los días de prontos implacables. Se dejan llevar por el odio y la rabia, y, en esa cólera desmedida, se marcan con malos rollos y violencia doméstica de la buena. Son jardineros del rencor y de las malas palabras. Han ido plantando el desprecio y la inquina para regar su tierra de salpicaduras cruentas. ¡Qué trifulcas tan formidables! ¡Qué daño tan bien parido! Ellos sí que saben. No se abandonan a los dictados de un corazón bueno y compasivo. No contemplan esa opción. Prefieren luchar contra el afecto y la ternura para seguir enardeciendo la oscuridad de sus almas. Nada de caricias ni besos apasionados; todo por el espanto de unos ojos desorbitados. Sentirse amados sería un mal presagio, una señal peligrosa que podría darles esperanza.

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