martes, 12 de diciembre de 2017

GOOGLE (2)

Un señor enfermo coge la mano de su esposa que está al lado. Le dice que tiene miedo, que no sabe cómo afrontar sus últimos días. Su mujer lo mira con afecto, esboza una tímida sonrisa y, desde el silencio, le da un beso lleno de ternura. «No pienses», le susurra acariciándole la mejilla. La sentida sugerencia solo pretende aliviar esos duros momentos. Pero el señor no está hecho para aceptar el final ni para anular su mente de pensamientos. «No puedo, querida. Es lo único que hago. Pensar. Pienso que podrías mirar en internet qué hacer en estas situaciones». 

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