martes, 19 de diciembre de 2017

ETERNAMENTE

Soy embalsamadora, y admito que hablo con los cadáveres mientras desempeño mi trabajo. Soy respetuosa. Sé que en ellos reside el alma, la parte inmortal que constituye la esencia humana. Me gusta estar rodeada de su silencio y masajear su carne para eliminar su rigidez y mejorar el aspecto de su piel. Luego los vacío, los dejo sin sangre ni vísceras, y los trato con formaldehido y otras sustancias químicas para evitar su descomposición. Casi les devuelvo la vida. Los maquillo y les pongo una peluca; el pelo acaba cayéndoles. Excepto el de mi marido; lo conocí siendo calvo.

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