miércoles, 13 de diciembre de 2017

AUTÓMATAS DE LA LEY

Bajo la apariencia de la legalidad puede estar instalado lo rancio y la suspensión de un terrible virus que ha ido expandiéndose a través del tiempo, de los apellidos. La ceguera individual y la de los grupos políticos determinan las realidades de ahora. Y, al final, es complicado interpretar la verdad.
Haciendo de vientre en mi trono he pensado que la verdad debería ser interpretada por androides programados. Sí, robots; algo que no fuera humano. Cuestionamos a las personas más inteligentes; a las que más han estudiado; a las que sentencian con una maza las posibles lecturas… Algo debe estar fallando. Será que todo está podrido (¡uff, sí, cómo huele!). La mayoría pertenecemos a algún bando –ya no se valoran las individualidades–, y así es complicado ver lo que es justo. Se han creado normas tan necesarias como confusas, y parece que ya no hay capacidad para crear otros matices dentro del orden. Por eso yo prefiero el sentido común que es capaz de evaluar un buen robot que el de una buena persona.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario