domingo, 8 de octubre de 2017

QUE LLUEVA

Como puedo hacerlo, levanto con mis propias manos el grueso alquitranado que reviste este suelo y descubro la epidermis, la verdadera piel de esta metrópoli que dejó de respirar hace tiempo. Ha estado enfundada y embutida bajo esta manta negra de civilización y progreso, empachada de sacudidas y tubos de escape. He logrado enrollarla como una alfombra persa y la he dejado apoyada en su verticalidad en la esquina más lúgubre y encapotada de esta gran urbe devastada, para que quien se sienta osado trepe decidido hasta el cielo y despierte a los nimbos, los cirros y las nubes mastodónticas. 

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