viernes, 4 de agosto de 2017

PARAISO

Hay una pequeña isla con dos palmeras que se mueve lentamente hacia la costa. Curiosamente, mientras avanza, va haciendo ochos, y el único individuo que la habita –un ejecutivo cansado de las aglomeraciones– siente mareos y náuseas por ese vaivén. Está pálido, casi enfermo. No tardará en vomitar la bilis, pues lleva varias semanas sin nada en el cuerpo. Huyó de la civilización en busca de paz, y la encontró en este recóndito lugar donde no había personas.  La felicidad lo sedujo, pero ahora se arrepiente porque reconoce que su naturaleza necesita de la guerra y el conflicto para sentirse vivo.

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