sábado, 8 de julio de 2017

EL HOMBRE DISTRAÍDO

El paisaje urbano consume al hombre distraído; a ese que deambula sin rumbo con las manos cogidas tras la espalda, sosteniendo entre sus labios habanos apagados. Ya lo tiene todo hecho; se ha descubierto a sí mismo con plenitud. Escucha las calles, observa la vida, y nunca habla. En su cabeza suena constantemente una canción triste que lo aísla del tráfago de la ciudad. Añora el ahora y los bancos con sombra donde dormita largas horas. Solo el horror se hace mueca en su rostro cuando descubre que el placer del tabaco que impregna su alma desaparece de su boca.

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