jueves, 29 de junio de 2017

SANDIAS

Puedo filosofar en grandes jardines, pero si la muerte ha de hallarme que sea en mi pequeño huerto sembrando sandias. Me veo dentro de ellas, encogido, en posición fetal, esperando el milagro de la vida. Existe una conexión especial. Es así. Cuando llega el tiempo las recojo, doy unos golpecitos en su costra y, por el sonido, sé si estoy óptimo. Últimamente no lo estoy. Malas cosechas. Pero sigo sembrando. Mi voluntad de jardinero hace que siga enfangado en el estiércol y la hez, pues de lo más bajo y degradado quizás vuelva a brotar lo bueno, útil y bello.  

jueves, 22 de junio de 2017

FOROFOS

En el bar de la esquina ven el fútbol atentamente; aunque no es del todo cierto. La mayoría tiene la mente ocupada en cuestiones ajenas al partido. Engañan. Hay un señor retraído que me inquieta. A través de mi capacidad extrasensorial puedo percibir un pensamiento que le obstina: su anhelo por morir para llegar al estado de placidez más puro. El ruido del ambiente y las cervezas le sirven de bálsamo; mantiene la mirada en la pantalla y cuando uno de los equipos marca, ese mohín de timidez desaparece y se deja llevar por la euforia del momento gritando ¡¡goooooooool!!

viernes, 9 de junio de 2017

BUENA PRENSA

Del periódico no leo nada, ni los titulares. Entorno los ojos y, con esa visión difuminada comparable a una severa hipermetropía, voy pasando las hojas. Primero observo –sin apenas apreciar– la página derecha y después la izquierda; unos minutos cada una. Percibo los grises que llenan prácticamente el espacio del papel, las zonas puntuales de color y el desvanecimiento de las imágenes que ilustran las noticias. El texto pierde su nitidez, son líneas desdibujadas, como mal borradas, y cada página se convierte en un cuadro abstracto de contenido sensorial, motivador y lleno de interpretaciones. Una placentera exposición para los sentidos.

martes, 6 de junio de 2017

GOOGLE

Cuando el señor barbudo añora intensamente se desanima, se acurruca y se dispara aire caliente con el secador de pelo. Sale de casa, pasea y siente una profunda frustración al verse reflejado en los escaparates. No soporta su apariencia, pero sobre todo el continuo ruido de tuberías dentro de su cabeza. Respira profundamente y contempla el cielo. Se recompone. «La frustración no es tan mala», se dice. «Es lo habitual». Luego sonríe, y, como otras veces, al llegar a su casa busca la felicidad en Google: una imagen bonita: una puesta de sol o un amanecer, lo mismo le da.