viernes, 16 de septiembre de 2016

UN MAL DÍA

Estuve muerto un ratito en un lugar que no era humano. No era ni sitio. Solo se apreciaba un tenue brillo que acentuaba la nada. «Ahora me recibirán los seres de luz», pensé; aunque yo ni me notaba. Solo oía exánimes pulsaciones. Tal vez estaba durmiendo plácidamente, desgastando mis sueños en una siesta de ronquidos y babas. Anhelaba encontrar un cielo inventado, unos brazos de bruma que me acogieran y un largo trampolín por el que tomar carrerilla para saltar al infinito. Pero me desperté estremecido, arrojando viscosidades azuladas por la boca, con un envase de raticida en la mano.

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