jueves, 5 de mayo de 2016

ESPERANDO EL BUS

La señora llevaba una bolsa de plástico llena de fruta cortada en porciones. Parecían trozos de manzana, pera, melocotón… Estaban tan oxidados que habían tomado un color feísimo. Se acercó a mí masticando con la boca abierta y moviendo la bolsa con ademan de ofrecerme.
–¿Quieres?
–No, gracias –le dije
–¡Coge, hombre, se te van los ojos! –insistió
–Qué no, gracias –le reiteré.
Supongo que advirtió mi cara de asco. Su mirada se volvió siniestra. El cielo, que brillaba, se cubrió de oscuros nubarrones, y, en los nuevos detalles, observé como la sombra de aquella señora adoptaba una apariencia sobrecogedora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario