domingo, 10 de abril de 2016

GESTOS UNIVERSALES

Una pareja joven y bien avenida se toma una sangría fresquita en una terraza. Yo estoy en la mesa de al lado, pendiente de lo que hablan, pues lo hacen en un idioma que no consigo identificar de todos los que hablo. Me ladeo hacia ellos para escucharles mejor, pero mi empeño resulta baldío; cesa la conversación de golpe, se han molestado. Les digo hola en más de quince idiomas, educadamente, pero ellos, sin terciar palabra, me hacen varios cortes de manga extendiendo su dedo corazón. Se crea tirantez y mala leche. Entonces, es cuando les oigo perfectamente llamarme capullo.

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