sábado, 20 de febrero de 2016

LA PRINCESA

Cuando Rebeca se incorporó al grupo de amigos, se adivinaba que nuestro círculo tendría las horas contadas. La aceptamos porque era la novia del Juanqui, nuestro amigo; pero vaya tipa engreída. «Sois nauseabundos», nos soltó el día que vino al bar de almuerzos donde siempre íbamos. Al fin y al cabo, entendimos que quisiera conocer a toda la pandilla. Pero no se adaptó, ni entendió nuestros códigos. Y solo porque eructamos tras la comilona y provocamos que sonara largo, se levantó molesta de la mesa y miró al pobre Juanqui, severa, como diciendo: «O yo o esta piara de cerdos».  

No hay comentarios:

Publicar un comentario