lunes, 6 de julio de 2015

SEXO AZUL

Las lágrimas facilitaron la expulsión de unas diminutas esferas al brotarle de la carúncula de su ojo izquierdo. Las bolitas rodaron inquietas por todo su cuerpo hasta arracimarse todas bajo su barbilla. El señor que sufría esa extraña alteración vestía únicamente con un altísimo sombrero de copa. Oteaba bien los gránulos formados y dibujaba con sus labios una mueca pícara, como complacido por aquella efervescencia cutánea. Con las yemas de sus dedos palpaba delicadamente esos bultitos cristalinos rellenos de un líquido azul fosforescente. Empezó a pellizcar sus finas membranas. Las reventó con suma facilidad. El fluido empezó a desprenderse y a caer por las cuencas de su busto moreno hasta empapar el vello púbico y su flácido sexo. Me quedé mirándolo un buen rato. Empezó a moverse. Funcionaba. Aquello empezaba a tomar forma.

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