La artista se anudó un pañuelo
blanco en la cabeza con dos ramitas de romero simulando unas antenitas
marcianas, se arremangó la falda manchada de pintura hasta la cintura y, con
naturalidad, mostró al público asistente y a los medios de comunicación una suculenta
manzana roja. Se dispuso a presentar su exposición en una reconocida galería de
la ciudad, pero antes de empezar a hablar y explicar su eclosión artística, serpenteó
la fruta con cierta impudicia alrededor de sus braguitas de punto de cruz que quedaron
al descubierto. Luego, se llevó la manzana a los labios, la mordisqueó salvajemente
e inició el discurso con la boca atiborrada de su jugosa carne blanca. Barboteó
palabrería ininteligible a la vez que escupía trocitos de fruta; su lenguaje, sin
embargo, aportó la comprensión de un pensamiento excelso y divino; la
terminología lingüística elegida proporcionó las pautas básicas para adentrarse
sin prejuicios hacia el delirante proceso creativo de su pletórica experiencia
plástica, capaz de conmocionar incluso a los que no entendieron nada de nada.
viernes, 31 de julio de 2015
miércoles, 29 de julio de 2015
PERDER LA CABEZA
Mi creencia fue que Luis estaba
poseído. Un día, bajando juntos por el ascensor, me comentó que oía voces que
le perturbaban, que en su casa merodeaban presencias y, en más de una ocasión, había
sentido la necesidad de autoagredirse. Me hice el loco y le dije, desestimando
aquella sentida confesión, que todos podíamos tener un mal día. Él se dio
cuenta enseguida de mi indiferencia, por lo que bajó la mirada avergonzado y, algo
retraído, permaneció callado hasta que se abrieron las puertas y nos
despedimos. Vivíamos los dos en el ático; él en el A y yo en el B. Nunca nos
habíamos molestado. Vivía solo, era un buen vecino, educado y silencioso. Hasta
el otro día, que su casa empezó a retumbar a causa de ruidosos impactos. La
curiosidad me llevó a apoyar la oreja en el tabique común de nuestras viviendas
para deducir qué demonios estaba pasando al otro lado. Se oían golpes
secos y rotundos tras una breve correndilla. Daba la impresión de que arremetía
contra la pared. Así me lo imaginaba, embistiéndola como un toro bravo una y
otra vez, totalmente ido. Podía parecer una locura, pero así fue. Tras un buen
rato de encontronazos, el más enérgico y desmedido acabó abriendo un enorme boquete
que invadió mi espacio, mi apartamento. Su ensangrentada testa quedó empotrada
en la pared de mi comedor; colgada como un trofeo de caza. Me miró derrotado,
echando espuma por la boca. Estaba
exánime, a punto de desmayarse; y yo, como la última vez que coincidimos, volví
a hacerme el loco y le dije que no se preocupara, que todos podíamos tener un
mal día.
domingo, 26 de julio de 2015
AMOR VERDADERO
A las parejas felices se las
distingue fácilmente. Los domingos se arreglan y van a comer al restaurante. Un
rato antes, dan un paseo y se sientan en una terracita junto a la playa para
hacer el vermut. Sus hijos se entregan a los juegos que tienen instalados en el
iPhone. El padre, con la excusa de ir a comprar el periódico, tiene un
detalle con su mujer y la sorprende con una rosa. Ella queda encantada y, delante
de todos, muestra un desmesurado entusiasmo que revela evidentes signos de
estar haciendo un poco el paripé. «Mi amor, te quiero, te quiero…» exclama
animosa una y otra vez. Se dan un beso interminable y, después, no paran de sonreírse,
de achucharse, de acariciarse las mejillas con ojitos de dulce gatito, de comerse
la oreja con arrullos... Brindan con la copita de cava que se están tomando, sorben
un poco y, sin dejar de mirarse, vuelven al besuqueo, al acaramelamiento y al
regocijo de sucesivas acciones que, descaradamente, son más fogosas y lascivas.
No les importa que la gente les mire; se sienten felices, disfrutan del magnífico
día, de sus inabarcables muestras de cariño y, como todo les parece maravilloso,
gozan incluso del sofoco de sus chiquillos, que por nada del mundo desean levantar
la mirada de la pantalla.
viernes, 24 de julio de 2015
SUCIAS PASIONES
La joven pareja juntó sus labios
en un lugar escondido de la playa. Sus ávidas lenguas empezaron a dar vueltas a
tanta velocidad que quedaron atadas por un nudo de carne. Esa extraña
circunstancia hizo que la noche no fuera idílica, sin embargo, Lucia y Vicente
se mantuvieron abrazados por su bien, aterrados por aquel insólito incidente
que les mantenía unidos; con sus retinas casi quemadas de observarse tan de cerca,
sintiendo la tirantez y el dolor de aquella situación agónica más propia de una
maldición o un conjuro; o, tal vez, del pernicioso influjo de aquella colosal luna
plateada. El momento se transformó en desesperación, en rigidez, en lloros de impotencia
al no poder desmarcarse del cuerpo ajeno que, hacía solo un momento, ansiaban libidinosamente.
Mascullaron desagradables sonidos guturales que hicieron presagiar el fin de su
deseo, e intercambiaron un sinfín de respiraciones y jadeos resollantes que,
irremediablemente, les llevaron a segregar una inmunda variedad de babas,
espumarajos y viscosidades salivares. Las náuseas irrefrenables de él
provocaron el vómito compulsivo de ella, y lo que hubiera podido ser un grato
encuentro en la playa, se convirtió en una estampa repugnante y repulsiva que
nada tenía que ver con la dulzura apasionada de las primeras citas.
lunes, 20 de julio de 2015
DE CHISTE
Resulta difícil distinguir cuando
alguien que siempre está de broma habla en serio. Quique era así; desmesurado
en sus gracias y capaz de hacer un chiste de todo. Sin embargo, lo que nos
contó aquella tarde resultó ser sincero; no contenía filtros humorísticos ni ironías
ni poses teatrales. Pudimos dar fe del fatídico incidente de su historia al
cabo de unos días. Nos contó que su padre, recientemente ascendido a guardia de
seguridad, llegó a casa muy borracho y obligó a su madre a que le clavara un
puñal para comprobar si su chaleco antibalas servía también contra los
cuchillos.
miércoles, 15 de julio de 2015
MOSQUITOS
Los mosquitos de Caspe son los
más gordos del mundo. Si te pican, te dejan hecho polvo. El tabasco y el Vicks
Vaporub van geniales. Mi padre dice que van al sudor y a algunos olores
corporales. A él, como no le pican, le saca de quicio que mi madre se queje constantemente
de que la acribillen todas las noches, incluso untándose con esas sustancias. «No
lo entiendo», le vocea con rabia, «debes tener la sangre mala». Al final, mi
madre calla. Encima que es ella la que sufre esas picaduras, parece que no
pueda expresarlo; como si él no repitiera las cosas. Y sí lo hace, os lo puedo
asegurar, y mucho, pero solamente sobre temas importantes que requieren reiteración
diaria; ya os podéis imaginar cuáles son en estos tiempos de
crisis. Cuando se entra en la disyuntiva de qué es importante y qué no, ellos
no se ponen de acuerdo; son de naturalezas diferentes. Mi madre valora el canto
de los pájaros y la luz del sol, y mi padre lo compara todo, es conocedor de lo
material y lo tangible, y menos mal… Para vivir se requiere de esas dos vertientes,
de ahí que, en el fondo, ellos se complementen tan bien; y los mosquitos, que
son muy sabios, sepan a quién picar y a quién no.
martes, 14 de julio de 2015
CAÍDO DEL CIELO
Fue la primera noche del mes de
agosto cuando al reconocido organista especializado en música sacra, Rigoberto
Roletti, le llovió un cuerpo extraño al salir a tirar la basura.
El enorme bulto, camuflado por la oscuridad de las tinieblas, tenía una naturaleza
robusta de apariencia abominable que debía pesar más de noventa kilos. Su
revestimiento grisáceo, moldeaba una satinada costra escamosa de apariencia
humana, pues, aquella criatura alada, tenía brazos, piernas y una angulosa cabeza
de rasgos indefinidos a la que le sobresalían unas puntiagudas orejas. La grotesca
sombra, temida por los hombres, era un mamífero repulsivo y raudo, de hábitos
cruentos, con un instinto sobrenatural que lo sacaba de su guarida para
enfrentarse a los peligros de la noche. Un inoportuno traspié desde lo más alto
hizo que se enredara en sus propias alas y se precipitara, por desgracia, sobre
Rigoberto al abrir la tapa del contenedor. Fuera lo que fuese aquel tenebroso espécimen,
aplastó al músico y lo mató en el acto. En el cielo se proyectaba una potente luz
blanca recortada por un símbolo quiróptero.
lunes, 13 de julio de 2015
PRIMERA FILA
Estar atado a un horario por
placer y sentirse dominador del tiempo era algo muy típico en la gente mayor.
Don Francisco no era una excepción. Estaba jubilado y necesitaba programar su
tiempo para estar pendiente de su libertad. Miraba el reloj y ya sabía que debía
hacer. El almuerzo, la comida y la cena, eran las claves de todo, por lo que
doña Gabriela, su esposa, debía esmerarse en ser metódica. La puntualidad y el
orden eran su razón de ser. Le obsesionaba el parte meteorológico del mediodía,
la partida con los amigos después de comer, el caliqueño y la copa de pacharán,
la entrada de las barcas en el puerto, el paseo rutinario para revisar las
obras del pueblo y, caída la tarde, a eso de las siete, la charla con los amigos
en el estanque del parque. En ese orden y a su debida hora don Francisco llenaba
los días del invierno. Los veranos eran algo más descontrolados. Venían sus
hijos y nietos de Madrid a pasar las vacaciones y no podía organizar prácticamente
nada con tanta gente en casa. Bueno, algo sí. Se levantaba a las siete en punto
de la mañana y bajaba a la playa norte a plantar la sombrilla y varias hamacas.
A las diez bajaban ellos.
domingo, 12 de julio de 2015
EL GUERRERO
En la intimidad que ofrece el
hogar, uno baja la guardia y muestra su verdadera naturaleza. Por citar un
caso, a Joao Moreira, un corpulento empresario portugués de mediana edad, le
gusta apilar enormes melones en su cámara frigorífica para hacer zumo. Elige uno
al azar y, antes de cortarlo, lo besuquea, lo rodea con sus brazos e improvisa un
baile al son de un triste fado lisboeta. Lo acaricia con dulzura, como a un
bebé, le da los golpecitos requeridos en la corteza para cerciorarse de que es
óptimo y, cuando le parece, lo sitúa sobre un pequeño soporte destinado a
sujetar balones de rugby. Sumido en el ritual, se ata una cinta blanca en la
frente, empuña una preciosa katana samurái herencia de sus antepasados japoneses
y, con certeros mandobles, secciona el melón en varias partes. Luego, licua su
jugosa pulpa, vierte el jugo en una gran tinaja y mata su sed con desespero.
viernes, 10 de julio de 2015
TREN INFERIOR
La diversidad y el uso continuado
de herramientas de jardinería han modelado mi escultural torso sin necesidad de
pisar un gimnasio. Por enumerar algunas, al cortar el fino ramaje de los arbustos,
las pequeñas podaderas han endurecido mis antebrazos; el volumen de mis bíceps lo
he conseguido gracias a la siega de hierbas altas por medio de hoces y guadañas;
mis prominentes hombros al esfuerzo que supone recoger hojas caídas con el
rastrillo de abanico y, también, al remover la tierra endurecida con la pala y
la horca; mis anchas dorsales son fruto de cavar profundos surcos con el pico y
la definición pectoral, por un lado, se la debo a la poda de setos con las
tijeras de dos manos y, por otro, a la tala de árboles con el hacha. Cierto es
que, de cintura para arriba, soy un armario ropero, pero de cintura para abajo…
miércoles, 8 de julio de 2015
UN DÍA DE VERANO
Durante los días asfixiantes de
calor solo apetece refrescarse y pasar el día lo mejor posible. Las puertas
correderas del supermercado se abren ante mí y el impacto gélido del aire
acondicionado me resulta gloria bendita. Cojo un carro grande y doy varias
vueltas de reconocimiento. Siguen con las obras de ampliación en su interior, por
lo que recorrer la superficie cuesta bastante más. No importa; mejor aún. Las dependientas
son un encanto, conversan conmigo sobre chascarrillos del barrio, y lo hacen
muy a gusto porque a la hora que voy no tienen demasiado trabajo. Después de la
cháchara, sigo por el laberinto de calles buscando las cámaras frigoríficas. Mi
objetivo es meter la cabeza en la niebla glaciar que desprenden esas enormes
neveras; eso me espabila, me activa. Luego, me detengo en la pescadería. No
compro nada, únicamente hundo mis manos en el hielo picado con el permiso de la
encargada. Es tan refrescante… Me tientan todos los perfumes y, como una es coqueta,
paso un buen rato en la perfumería probando las fragancias más frescas. El
carro acaba lleno de productos que he ido cogiendo al azar de las estanterías
y, cuando soy consciente del verdadero motivo por el que he venido, miro el
reloj. Son las nueve. Por megafonía anuncian que van a cerrar las puertas en
media hora. El tiempo justo para recolocarlo todo en su sitio y salir pitando.
lunes, 6 de julio de 2015
SEXO AZUL
Las lágrimas facilitaron la
expulsión de unas diminutas esferas al brotarle de la carúncula de su ojo
izquierdo. Las bolitas rodaron inquietas por todo su cuerpo hasta arracimarse
todas bajo su barbilla. El señor que sufría esa extraña alteración vestía
únicamente con un altísimo sombrero de copa. Oteaba bien los gránulos formados
y dibujaba con sus labios una mueca pícara, como complacido por aquella efervescencia
cutánea. Con las yemas de sus dedos palpaba delicadamente esos bultitos
cristalinos rellenos de un líquido azul fosforescente. Empezó a pellizcar sus
finas membranas. Las reventó con suma facilidad. El fluido empezó a desprenderse
y a caer por las cuencas de su busto moreno hasta empapar el vello púbico y su flácido
sexo. Me quedé mirándolo un buen rato. Empezó a moverse. Funcionaba. Aquello
empezaba a tomar forma.
viernes, 3 de julio de 2015
EL CAMBIO
Hoy ha sido un gran día, y no
solamente por volver a utilizar la peseta de antaño tras una larga crisis
económica, sino por apreciar la carita de satisfacción de mi hijo Nicolás. Con apenas
seis años, ha cogido él mismo una moneda de cien pesetas del monedero y, por
primera vez, ha ido solo a comprar una barra de pan en el supermercado de la
esquina. Al volver, nos ha comentado que la cajera ha hablado con él, le ha
ofrecido una piruleta de fresa y, además, le ha devuelto varias monedas. Estaba
muy contento; y nosotros también.
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