sábado, 27 de junio de 2015

ADIÓS

Estuve toda la noche hablando en voz alta conmigo misma delante del espejo. Siempre me contaba cosas, repasaba lo acontecido durante el día y, a medida que entraba en materia, reflexionaba como una adulta sobre lo que en realidad me entristecía profundamente. Hablarse a uno mismo era lo propio en casa, se lo había visto hacer a mi padre en su habitación y a mi madre en la suya. Luego, en las zonas comunes, no nos comunicábamos; ni nos mirábamos. Esa mañana lo tuve claro, vi mí bicicleta rosa apoyada en la valla y un amanecer resplandeciente que me iluminaba. 

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