jueves, 23 de abril de 2015

DURA DE PELAR



A quien yo quiero no le gusta que la quieran tanto. Le recito poemas los días de lluvia y le entran náuseas. Si le llevo el desayuno a la cama con la mirada tierna, se me ríe, me llama friki. Necesita poco afecto: algún beso, un abrazo por la noche y apenas roce, le empalaga. Si la agobio con que debemos hablar, se queda muda; “soy así” exclama, y se cierra en banda. Lo malo es que me conformo con eso mientras permanezca a mi lado. Es dura, aunque esta noche la pincharé con una rosa, a ver qué dice.

miércoles, 22 de abril de 2015

EL FINAL



Le construí un final con varios listones de madera, unos cuantos clavos y un martillo. Después le prendí fuego y me quedé observando como las llamas convertían la materia en un montón de cenizas ardientes, incandescentes. Me arropé cerca de los restos, a la lumbre de sus rescoldos, pues la noche en el bosque se adivinaba fría. Descansé metido en mi saco de dormir, y por la mañana ya nada me oprimía. Me sentía renovado, libre. Sin embargo, aquel humillo blanco que aún evocaba su presencia sobre la hoguera me llevó a extinguirla del todo con un generoso meado matutino.

miércoles, 15 de abril de 2015

LA CARRERA



Procuraba no perder sujetándole las nalgas. La llevaba colgada por delante, enganchada al cuello y empotrada contra mi tórax, con sus piernas haciéndome la tijera para formar un bloque compacto. Nos movíamos como uno, la tenía bien agarrada, pero la Carol había ganado algunos kilos y ya no era tan grácil. Tras superar el tramo de obstáculos y haber caminado por un lecho de lodo, una de las parejas favoritas nos adelantó restregándonos su superioridad con una irreverente peineta. No podía permitir, después de todo el duro entrenamiento, que las zancadas de aquella tipa fortachona obtuvieran el preciado metal.

Participación en REC (Relatos en Cadena)

martes, 14 de abril de 2015

EL REFUGIO



En el mejor escondite de la ciudad se celebraba cada año una gran efeméride. Ese día, se comía, se bebía y se lanzaba por los aires lo comido y lo bebido. Gracias al fervor descontrolado de todos, podían verse volar platos de paella y bocatas aplastados con fiambre; también finas parábolas de vino que manaban al apretar el odre de sus botas y una lluvia multicolor nacida del latigazo impulsivo de sus vasos medio llenos. Mientras todo eso sucedía con algarabía, una orquesta sonaba desconocedora de todas esas particularidades bajo una improvisada cúpula de plástico, para sobrellevar, de alguna manera, la contienda.

viernes, 10 de abril de 2015

SALUDARSE



Salí desconfiado. Y tan pronto pisé la calle, oí como alguien me saludaba. El efusivo hola provenía de una señora que no conocía. La escaneé de arriba abajo: morena, de unos cincuenta años, cara de pan, vestida con un abrigo velludo color avellana y portadora de un carrito con ruedas; seguramente venía del mercado. La olisqueé a fondo como un sabueso, había comprado sardina, el tufo se mezclaba con la fragancia perfumada de sus encrespados cabellos. Pellizqué la carnosidad de sus mejillas, palpé a golpecitos la prenda que la cubría y, finalmente, tras lamerle una mano, le devolví el saludo.

jueves, 9 de abril de 2015

EL OSO



En el momento en que le dio la espalda –después de prepararle un barreño con varios kilos de pescado y una caja de suculentos arándanos bañados con un buen chorro de miel para que merendase–, el gran oso pardo que tan afectuoso y dócil era con su adiestrador, se vio movido por primera vez por un impulso que le germinaba de sus entrañas: se alzó majestuoso con sus dos patas traseras ante quien lo alimentaba cada día, le rugió con ojitos de peluche, arrinconándolo contra los barrotes, y dando bandazos con sus zarpas retraídas, le atacó lentamente, con ternura.