miércoles, 11 de marzo de 2015

OJO AVIZOR



Una vez consumados los hechos me fui a casa, procuré olvidar lo sucedido navegando por la red. Martilleaba el ratón como un telégrafo mientras masticaba insistentemente un chicle sin apenas sabor, mis piernas bailaban descontroladas bajo la mesa y hacía remolinos en mi barba con la otra mano. No había obrado bien, así lo dictaba mi conciencia,  acabarían atrapándome. Empecé a sudar, a temerme lo peor, a desconfiar de todo, incluso de la pequeña cámara incorporada en la pantalla. Desgarré un pedacito de goma de mascar y la adherí sobre ese pequeño ojo, en astucia y picardía no tenía rival.

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