domingo, 15 de marzo de 2015

ENTRAR AL TRAPO



El trapo revelaba la cartografía de un paisaje urbano. Su interpretación por aquella amalgama de manchas indicaba el itinerario hasta la Plaza del Hoyo de mi localidad. Extendí el paño tiznado sobre el banco de cocina como quien despliega un plano callejero y, delante de mi mujer e hijos, recorrí con el dedo los recovecos que formaban entre sí aquellos lamparones de suciedad. Corroboraron la correspondencia con las calles que les iba señalando: Inmaculada, Virgen de la Maraña, Salsipuedes, Engaño, incluso con el Paseo del Tropezón, pero con el agujero que situaba la citada plaza no quisieron entrar al trapo.

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