viernes, 20 de marzo de 2015

AROMAS DE PAPEL



Algunos libros huelen que alimentan. Sobre todo los que me deja mi madre sobre la mesita de noche. Desprenden el aroma característico de su cocido, de su tortilla de patatas recién hecha, de sus albóndigas o la fragancia de ese caldo que elabora concienzudamente aprovechando los esqueletos del pollo. Mi nariz se hunde en sus páginas y resucito, me transportan, me llenan. Alguna vez me he encaprichado con el olor a nuevo de los recién comprados en librerías, o con el perfume vetusto de los prestados en bibliotecas; y no están mal. Pero como los de casa, en ningún sitio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario