martes, 3 de febrero de 2015

AMOR DULCE

Un señor totalmente desnudo saltaba como un niño sobre una cama, destripaba un cojín de plumas y las lanzaba a puñados por la habitación. Se reía con el roce de esa suave lluvia al caer y luego cubría su cuerpo con una sábana blanca para simular a un fantasma o a una ridícula montaña nevada. Se sentó como un jefe indio sobre el colchón, a fumar una pipa de caramelo y a deshacer en su boca el humo de una nube rosa de azúcar. En un extremo de la cama estaba estirada su maja desnuda, comiendo palomitas, sin decir nada.

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