miércoles, 25 de febrero de 2015

FREAK SHOW



Al caerse mis dientes de leche los nuevos que se formaron fueron todo muelas. Ni incisivos ni caninos ni premolares. Se configuró una dentadura descomunal de treinta y dos anchas coronas que molían y machacaban cualquier cosa. A la hora de comer me llamaban “la apisonadora” porque ni cortaba ni desgarraba, solo trituraba alimentos. Era un monstruo con sonrisa de caballo, la atracción de feria de todos y el motivo por el que se turnaban sin arrepentimiento para provocar mí triste llanto. Cuando lo conseguían, aplaudían boquiabiertos el verdadero espectáculo que suponía ver brotar lágrimas turbias de mi único ojo.

Versión extendida para ENTC (Esta noche te cuento). Tema: monstruos

FREAK SHOW


Al caerse mis dientes de leche los nuevos que se formaron fueron todo muelas. Ni incisivos ni caninos ni premolares. Se configuró una dentadura descomunal de treinta y dos anchas coronas que molían y machacaban cualquier cosa. A la hora de comer me llamaban “la apisonadora” porque ni cortaba ni desgarraba; solo trituraba alimentos. Era un monstruo con sonrisa de caballo, la atracción de feria de todos y el motivo por el que llenaban su boca de improperios para provocar mi llanto. Arrinconado en una esquina e incapaz de contenerme, conseguían hacerme llorar desconsoladamente, y descubrían fascinados el verdadero espectáculo que suponía presenciar cómo brotaban lágrimas de gelatina de mi único ojo. 

martes, 24 de febrero de 2015

PEREZA



Un joven estudiante universitario programó la alarma del despertador para que sonara cada cinco minutos, aunque cada vez la silenciaba con un toque de su mano. Así estuvo más de una hora. Hizo intentos por reaccionar al insistente aviso, pero fue en vano. Su desvaído cuerpo no conseguía desperezarse, tenía mucho sueño. Y cuando quiso reaccionar ya era demasiado tarde, esa pereza propia de los holgazanes acabó con él. Se fue hundiendo poco a poco hasta ahogarse en el interior del colchón de muelles, y sus inocentes compañeros de piso todavía creen que desapareció en la biblioteca de la facultad.

lunes, 23 de febrero de 2015

LO DE CADA UNO

Quien vive solo y no sabe qué hacer para ir al grano se mantiene ocupado adecentando su casa. Realiza una intensa limpieza general para sentir como se resetea el ambiente. Cuando lo hace, primero se asea él, se ducha. Luego siguen las tareas del hogar: hace la cama, quita el polvo, barre el suelo, lo friega, se pone a fondo con la cocina, desincrusta la cal de los baños, saca la alfombra al balcón y la muele a palos, pone varias lavadoras, organiza la despensa, arregla desperfectos…La casa da un giro y reluce, pero de lo suyo no cambia nada.

sábado, 21 de febrero de 2015

EL HORARIO

Pedro y Julia eran un claro ejemplo de enfriamiento progresivo ya que, como suele decirse, habían caído en la rutina. Se querían, pero su pasión había mermado bastante al no esforzarse en mantenerla. Expresar sus sentimientos les cansaba y hacerlo por medio de la actividad amatoria aún más. Conscientes de su falta de interés, decidieron ponerle remedio y se ayudaron de un simple organigrama que distribuía en franjas horarias las diversas muestras de cariño que podían mostrarse durante la semana. Así, aunque fueran tareas controladas, sabían que esa noche por ejemplo tenían, de 21 a 22 horas, caricias y besos. 

viernes, 20 de febrero de 2015

FUE NOTICIA

La eficacia comunicativa de un informativo de televisión y su credibilidad descansaban sobre la figura de su presentador. Aquella noche, mientras daba las noticias con el rigor y la seriedad de siempre, comunicó a los espectadores que iba a suicidarse. Explicó las causas de su decisión como una noticia más de la parrilla de contenidos, solo que sin leerla en el teleprompter. La credibilidad era la cualidad más importante en un periodista, así que se disparó en la sien después de anunciarlo, en directo. Fue una pérdida traumática, aunque aquella noche la cadena hizo la mejor audiencia de la historia.

jueves, 19 de febrero de 2015

OCHO VOCES


La soprano había educado su voz concienzudamente y había identificado en ella varias voces. No sabía cuál era la más natural, todas las aceptaba como suyas, aunque iban cambiando de tesitura y resonancia en función de con quién se hallaba. No estaba reconciliada con su verdadera voz, no se reconocía en ningún tono y sentía que era, al menos, ocho personas distintas. Una era la cantante que entonaba en los escenarios, otra la que se relacionaba con su marido, otra con sus hijos, con sus padres, con su hermana, con sus amistades, con su gato y finalmente con los desconocidos.